martes, 16 de mayo de 2017

La ilusión de lo eterno


El paisaje que se extendía ante ellos era sobrecogedor y la compañía, inmejorable. Era un momento tan bello y perfecto que por un instante pensó que no podría soportarlo más. Ojalá pudiera quedarse así para siempre. Sin embargo, más temprano que tarde tendrían que irse de ahí y hasta aquella escena imperturbable y eterna solo lo era aparentemente: llegaría el momento en el que no quedara nadie para verlo, y mucho después, el momento en el que la propia roca desapareciera.


La angustia y la tristeza inundaron su corazón. Ella apoyó la cabeza sobre su hombro y él le rodeó con su brazo.

-Algún día estaremos muertos- dijo con un hilo de voz.

Él le estrechó aún más.

-Pero hoy estamos vivos.



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